viernes, 31 de enero de 2014

Presentimiento

...Y justo, en ese último instante, aferrándose a la vida sobre el asiento de su moderno automóvil; con enormes manchas rojas arruinando su pulcra camisa blanca... Ignacio pudo comprender todo.

Que salió puteando de ira de la oficina porque el cretino de su Jefe le había llamado la atención por unos cálculos erróneos que él no había sugerido y que más bien, eran responsabilidad de Lucía, su asistente, que le trajo pizza de almuerzo porque ya se había acabado el menú de la cafetería que atendía Paula quien se había acostado con todos los practicantes del área de finanzas. Incluso con Luis, el compañero idiota que se la pasaba halagando a todos los superiores para trepar posiciones y que esa tarde había jodido la red por jugar candy crush y lo dejo sin Internet para poder chatear con Micaela, su novia, que estaba estudiando modas en Italia y quien le había confesado llorando por teléfono a media mañana; que ya no iba a volver. Fue entonces cuando se puso de pie somnoliento y dejó medio taza de café porque recordó que, por la prisa, había olvidado marcar tarjeta y pensó que era un alivio hasta que un "¿tarde, otra vez?" lo sorprendió de Doña Olga, la eterna secretaria que era una suerte de espía (y arpía) y que contaría a los de arriba de su tardanza. Porque esa mañana a Ignacio se le había pinchado un neumático a una cuadra de su hogar y tuvo que improvisar una vieja llanta con otro aro para no llegar tarde al trabajo; mientras él le contaba fugazmente un raro sueño a la Sra. Chu, vecina de su edificio, que pasaba a por ahí para comprar pan y quien antes de seguir con su camino; le respondía que soñar con sangre: es muy malo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario