viernes, 25 de abril de 2014

¡Púdrete Arjona!

No siempre quise ser escritor ¿sabes? Hubo un tiempo en el que quería ser cantante. No te rías, es en serio. Lo deseaba con todas mis fuerzas. ¿Mi voz?, sí, lo admito, era hasta las huevas. Pero fui Toribianito, alucina. ¿Paja?, nada, era un plomazo. Lo más aburrido del mundo. Yo iba para completar la última fila que ahí nadie quería estar porque no salías en la foto, aunque lo bueno era que así te librabas de varias clases.

Era de esos chibolos que escuchaban una canción pegajosa y la tarareaban hasta el cansancio. Mentalmente y en voz alta. Y así fui creciendo, hasta que consideré que además de cantar, también podría tocar un instrumento. ¿Cual? La guitarra, por supuesto. Le metía ganas día y noche. Pero como en todo, algunos nacen con el don y otros no. Y yo no había nacido con ese don. ¿Qué don tengo? Puta, no sé. Pero eso no viene al caso. 

Bueno, en eso estaba, asimilando mi vida de canta-autor. ¿Sí? porque también me había decidido a escribir mis propias temas. ¿Ah? No, no seas pendejo, no te voy a cantar uno ahorita. Sólo te diré que mi música era post-punk-experimental. ¿Que mierda es eso? Ni idea, pero suena paja ¿no? Pero ya pues, déjame terminar de contarte como se fue al tacho mi carrera como cantante. ¡Aja! Fue por ella. Aunque también, y por eso lo odio, fue por él. 

A ella la conocí con 20 años y un domingo de verano y playa. ¿Qué si estaba rica? Sí, tenía lo suyo. Yo estaba con mi guitarra que compré en plaza 2 de mayo, haciendo la finta, sacando un cover de Ramones (o eso creía) cuando se me cruzó en el camino. A esa edad, el amor a primera vista más que mito, es regla. Nos empezamos a ver seguido, tardes de helado y noches de cine. Todo iba bien, hasta que sus indirectas, se volvieron directas musicales: Quería que le haga una canción. 

Al inicio me emocioné. Pensé que era amor eterno. Creí que la tarea resultaría fácil. Pero no fue así. Por alguna razón que al principio no entendía, ninguna letra le parecía lo suficientemente romántica. Me pasaba días analizando cada estrofa, mezclando los versos más cursis, afinando mi voz con gárgaras de nabo, coordinando los sonidos de mis cuerdas, y nada. Nada le gustaba. ¿Qué por eso no salía? Aja, es que estaba en mi proceso creativo. A punto de rendirme, intente buscar una influencia. Una referencia de la cual ella tenga un gusto en particular. 

Hasta que una noche me confesó ese secreto oscuro. Cuando estaba a punto de desfallecer artísticamente, me clavo la estaca más profunda. Le pedía ayuda con el corazón en la mano, y me mostró su lado más turbio. Necesita algún aliento dulce, pero ella sólo me escupió el último suspiro de un sabor amargo. Esperando un pronto auxilio, sólo pude escuchar las últimas palabras provenientes de sus labios: "Es que no cantas como Arjona".

Si pues, me cagaron. ¿Y qué hice? La mande a la mierda. ¿Y por eso deje de cantar? Aja, fue un golpe bajo. Me costó trabajo recuperarme. ¿Y qué por eso ahora escribo?... Sí, pero no se lo cuentes a nadie.

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